viernes, 20 de febrero de 2015

Día 1: Santiago- Puerto Montt- Castro

Dormí 3 horas después de que armé la mochila innumerables veces. El panorama era preocupante.

Mochila imposible


La carpa que compré es de lo más linda y cómoda para vivir, pero horrorosamente pesada para ser de 2 personas... 3,5 kilos. Es que no podía dejar pasar el 30% de descuento que la dejaba en 7 lucas más que la carpa piñufla que pensaba comprar (con 1,5 kilos menos de peso, eso si).

La cosa es que haciendo malabares, disminuí un poco el peso y terminé levantándome a las 8:30 am, más cansada de lo que me acosté.

Tomé desayuno, imprimí el ticket de embarque y Marcelo me fue a dejar al aeropuerto.

El aeropuerto de Santiago (SCL), es otra volá. Nada parecido a  PUQ. En Punta Arenas el aeropuerto es más pequeño, silencioso y vacío de lo que cualquiera de nosotros se esperaría. El de Santiago es como estar en el chilean Mi Pobre Angelito. 

SCL

Hice la fila de Sky para vuelo nacional y pasé a dejar mi mochila. La niña del counter me dijo que tenía que sacar la carpa y los bastones; que pasaría la carpa aparte y que los bastones debían ir embalados. De ahí llegó a mirar el señor que se encarga del equipaje, y agregó que mi colchoneta también debía sacarla. Esto es una joda, pensé.

Ya había viajado así, en la misma aerolínea, aunque sin la famosa carpa y solo me habían dicho que debía ponerle las gomitas a las puntas de los bastones. La cosa es que nos empezamos a preguntar entre los 3 si había algo en qué envolver completamente los bastones. Como no había nada me recomendaron embalarlos en Secure Bag, un servicio muy nada que le dio el palo al gato, y que en mi caso no me parecía  justificable de pagar. Por ocho lucas, sellan tu maleta u otra carga con un plástico verde, que se ve igual a la alusa sin color que le pongo a la ensalada de mi mamá. Bakán si quieres que llegue todo a su destino, pero no iba a pagar por envolver mis bastones solo porque a ellos se les ocurriera. La cosa es que el señor se hizo el caritativo y se llevó los elementos conflictivos. Llegó a los 2 minutos con las cosas alusadas (pero sin color) y asunto solucionado.

Equipaje OK

Mio

Sala de embarque


En la sala de embarque el ambiente estaba mucho más tranqui.

Tomé algunas fotos hasta que por fin comenzaron los llamados a embarcar. En el check in que hice el jueves alcancé a tomar ventana y fue bacán. A mi lado se sentaron 2 españolas.

Despegue, despegue, despegue! Creo que así como se lucha por la paz, la igualdad, salud, vivienda y educación, debería lucharse también por el despegue como punto fundamental de los derechos de las personas.



Entre nube y nube (turbulencia y turbulencia), yo iba felizmente asustada, mientras la guagua de atrás lloraba, hasta que la cosa se intensificó un poco y la española del lado gritó de miedo. Me pregunto si es que en el primer mundo no habrán turbulencias, sobre todo después de que la otra española le preguntó indignada a la azafata que por qué se movía tanto el avión (en verdad era como un columpio, pero qué sentido tenía reclamarle a la azafata...si íbamos a morir, con o sin reclamo lo haríamos igual).

Después de que almorzara charquicán como niña somalí, el avión aterrizó de guatazo en PMC. Compré un pasaje a Puerto Montt y esperé un rato a que el bus saliera. 

En Puerto Montt hay más terminales de buses que en Santiago. La misión era estar a las 16:30 en el terminal de Cruz del Sur de Panamericana... ni idea. El bus del aeropuerto me dejó a las 16:25 en el terminal municipal de Puerto Montt. Tomé la micro sin pensar en que alcanzaría a llegar, pero con la mini remota posibilidad de que dióh existiera e hiciera que el bus se atrasara en llegar. Pero obvio que dióh no existe. El chofer de la micro paró en todos, TODOS los semáforos de un recorrido miserable y eterno. Pero odié al chofer con todo mi corazón cuando se le olvidó avisarme de que ya habíamos pasado el terminal. 
Llegué a las 16:42. Pregunté por si acaso, pero realmente el bus ya se había ido. Compré un pasaje nuevamente y fui por un enchufe. Tomé el bus de las 17:55 que salió 10 minutos tarde con destino a Castro. Gracias dióh. 

Llegamos al taco eterno del ferry y una niña se subió al bus a vender empanadas de queso. Obvio que le tenía que comprar. Todo el bus le compró! 

Ya por fin sobre el ferry, me bajé a mirar el Canal de Chacao y a tomar fotos. Vi hartos lobitos de mar y pájaros mirando la cena nadar.

Canal de Chacao


El viaje se me hizo eterno. Llegué a las 22:00 hr a Castro hecha bolsa. Como mi viaje en solitario es una farsa hasta cierto punto, Caro me fue a buscar y tomamos un taxi a su casa... otra vez hermosa, pero esta vez en versión mini y ya no en el centro, sino que saliendo hacia Chonchi.

Cabaña de Caro y Fabiola


Estaba su compañera de casa con un amigo de cumpleaños. Dejé las cosas y salimos a celebrar al Enjoy junto a otras personas más, hasta la 1 aprox. 
Después nos fuimos las tres al centro de Castro, al mismo bar al que fuimos el año pasado, el 43. Pasamos al escondido patio interior y fue como abstraerse y transportarse a años que no conocimos: un lugar rústico, abierto pero techado, con mesas de madera hechas sin ninguna prolijidad, con paja en el suelo, una plantita en bolsa negra de decoración sobre las mesas y el fuego en el brasero. Un grupo tocaba canciones hermosas con un violín, una flauta traversa, una guitarra, un bajo y la voz increíble de una niña. Salimos de ahí después de que el grupo se fue, y entramos al 880, un local en llamas y absolutamente repleto por el show de Chorizo Salvaje. Escuchamos las últimas 2 canciones y nos fuimos a La cueva de Quicaví, un bar rockero, a tomar cerveza de litro con papas nativas con mayo-siboulette.

La carta gantt decía para esa noche: Carretear en Castro: doble ticket

Día 0, Viaje 2015

No, no fue difícil decidir.

Cuando digo que voy de viaje sola, todos me miran con cara de espanto y lo súper entiendo. Yo haría lo mismo.

Las pocas personas que me hablaron de lo bueno de los viajes solitarios, nunca me convencieron de si lo que decían era sincero o era lo que construyeron para creer que fue una experiencia buena.

Es que nunca se está tan solo como para tener que viajar así. Entonces... tendríamos que entenderlo como una decisión más que como una circunstancia. La duda es: cómo disfrutar de algo si no puedes compartir la experiencia.

Pero parece que sí hay miles de personas disfrutando en un fogón, en una laguna, en la cascada o quizás donde, solos.

Yo lo decidí en un segundo.

Me voy de viaje conmigo, con mis pavezas, mis triples personalidades, mis ganas, mis penas, mi curiosidad,  mi felicidad, mi nada. Algo que descubrí en los últimos años, es que quiero pasarme la vida conociendo lugares hermosos...y que nunca podré comprar una casa.

Entonces en mi decisión, puse manos a la obra. 

Me compré un lente, una mochila, colchoneta, carpa, botella, toalla y ollitas. Y acá estoy, tratando de dejar la mayor cantidad de cosas posibles fuera de la mochila, para no morir en el intento.



Primer filtro a esta altura reducido