jueves, 2 de marzo de 2017

Castro- Quellón- Chaitén

Nos levantamos a ver el eclipse solar. Fue súper chori porque teníamos los lentes especiales que hacían que se viera sólo la figura que formaba el eclipse, como luna menguante.


Caro me invitó a almorzar a un restaurant con una vista muy linda que daba a la plaza de armas y al mar. Después me fue a dejar al terminal, desde donde viajé a Quellón. 


Llegué poco antes de las 18:00 al embarcadero y el Jacaf no estaba.
A las 18:30 llegó y desembarcó, y zarpamos una hora más tarde. 

El viaje fue súper corto. Demoró sólo 4 horas. Mis compañeras de asiento me pidieron que las llevara al camping donde me quedaría. Caminé rápido al pueblito, pero las niñas eran muy lentas. Cuando faltaba poco para llegar -según yo- Andrés, el dueño del camping al que precisamente iba, llegó en su furgón a ofrecernos sitios. Nos subimos y me di cuenta que en verdad no hubiese llegado sola, pero nadie se enteró porque iba bien encaminada.

Armé la carpa y fui a conversar al sector común con una pareja y Gonzalo, que también viajaba sólo desde Talca. Le compré el pan amasado más caro de la vida porque se había súper esforzado en hacerlo, comí lo que me había quedado del almuerzo, y compartí el sour que me dio mi mami para el viaje.

Armamos tour para el día siguiente con otras personas más que acampaban, al ventisquero Yelcho y de pasadita a las termas El Amarillo. Andrés nos haría el viaje por $50.000 en total, lo que resultaba para cada uno ultra barato y conveniente en tiempo.

Santiago - Castro - Quinchao

El vuelo fue más fome que emocionante.


Después de 2 horas llegué a Mocopulli y Caro me esperaba con un día bonito.

Fuimos a su casa y al rato nos pasó a buscar el Migue con la Fabi, que ya no vive con ella desde hace unos meses. Partimos a Achao a su 1era Beerfest. Cuando llegamos había muy pocas personas. Los puestos tampoco eran muchos, pero cumplía súper bien. 



Comimos anticuchos, papa rellena y empanadas de queso, y degustamos absolutamente todas las cervezas (alrededor de 7 puestos solamente). Quedamos súper borrachas y felices.

El Migue nos paseó por Quinchao. Conocimos la Iglesia Nuestra Señora de Gracia en la Villa Quinchao y el muelle de Chequián. 


Pasamos a un mirador y fuimos a tomar once a Dalcahue a un café muy grande y bonito frente a la iglesia.

De vuelta en la casa me acosté al poco rato... El sueño era grande.