Tomé desayuno en la carpa y comencé a guardar las cosas en la mochila.
Me hice un té de manzanilla y me lo tomé a la orilla del lago. El perrito Petrohué me fue a saludar y en 3 segundos desapareció. Desarmé la carpa.
Lo que sería mi estadía más larga, se convirtió en una visita de menos de 24 horas. Vi todo lo que podía ver desde ahí, me sentí atrapada en el camping y perseguida por el del bote, así que arranqué a un lugar mejor. Fue bueno y no quería que dejara de serlo.
Tomé la micro y me bajé en Ensenada. Pasé al camping Montaña y me cobraban entre 13 y 18 lucas por un sitio muy normal. Me quedé en el del lado, Barlovento: me cobraron 4 lucas y era más lindo. Para bien o para mal, el camping tiene entrada al Lago Llanquihue y vista al Osorno (en realidáh es muy difícil que algo no tenga vista al Osorno).
Armé la carpa como si el mundo me quisiera compensar por el armado del día anterior, almorcé y fui al lago a mirar. Escuché música y creo que dormí un rato. El volcán no deja de impresionarme, es demasiado imponente.
Me puse la tenida de verano, me bañé en el lago y fue lo mejor. El agua es agradable, pero con harto oleaje. Jugué un rato, me rasmillé un poco y me sequé al sol.
Estoy sola y es bakán
Ensenada es muy bonito. Tiene pocas casas pero grandes y mononas. Todo bien arreglado, el pavimento y ciclovía nuevos, limpio y verde, está a orillas del Lago Llanquihue y a metros se encuentra una de la entradas al Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, el más antiguo de Chile. Si tuviera que ir en familia, escogería lejos Caburga y Ensenada.
Fui a comprar la once y un vituperio. Comí pan tostado con mantequilla, jugo de naranja y felicidad. Modo vacación.
Tomé unas fotos al atardecer y pensé en el paseo del día siguiente.
Circuito Lago Llanquihue, Ensenada: tickeado