sábado, 21 de febrero de 2015

Día 2: Castro-Puqueldón-Castro

Levantarse fue la primera gran misión, después de esa noche multifacética.  Con Caro tomamos desayuno a medio día y salimos.

Castro

Fuimos a Nercón, localidad cercana perteneciente a Castro, a ver su iglesia, una de las reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además de ser linda y con todo el estilo chilote, la antecede un jardín monono rodeado de una rejita de madera. A un costado se encuentra el cementerio.

Iglesia Nuestra Señora de Gracia


Tomamos la micro a Puqueldón, cruzamos a Isla Lemuy y después de varios minutos llegamos.

Canal Yal, a Isla Lemuy


Yo me imaginaba Puqueldón como algo parecido a Dalcahue: harta afluencia de turistas, locales de comida, paseos en lancha, pero no. Puqueldón es Puqueldón. Tiene un par de puestos de artesania en la plaza, algunos "mercados particulares", y era Puqueldón. Lo mejor que puedes hacer es tomar siesta en la plaza porque de seguro nadie te molestará, ni los niños, porque ellos se sientan en la plaza a conversar. Pitiao

Plaza de Puqueldón

Mirador de Puqueldón

Niños extraños de Puqueldón


Fuimos en busca de comida, vimos el paisaje desde un mini mirador y comimos empanadas sentadas en la plaza. Esperamos la micro de vuelta y nos bajamos en la plaza de Castro. 

Catedral de Castro, el castillo del juguete

Caro me invitó a comer a Nueva de Galicia, un pequeño, pilolo y acogedor restaurante cercano al mercado. Nos atendió el garzón más protocolar y amable del sur de Chile. Comí lasagna de centolla por recomendación de Caro y unos mejillones, por cortesia del lugar, que de seguro si mis papás me hubieran visto comerme uno, hubiesen llorado de emoción.

Ya en la casa, llegó el amigo cumpleañero de Fabiola, compañera de hogar de Caro, y tomamos once los cuatro. Noche de tele, cansancio y exceso de comida.

Isla Lemuy: tickeado