martes, 25 de abril de 2017

Futaleufú

Llovió toda la noche. Desperté varias veces asustada de que se fuera a pasar la carpa, pero estuvo todo bien. Nunca me había tocado lluvia en Chaitén y creo que nunca la olvidaré. Son como las de Pucón pero prolongadas.

Salí a comprar pasajes para Caleta Gonzalo, pero fue imposible. El pueblo estaba en llamas porque llovía y llovía y parecía que todos nos hubiésemos puesto de acuerdo para salir ese día de Chaitén. Los furgones que van a Gonzalo siguen siendo pocos, para todos los turistas que hay. Chaitén aún no aprende y nos complica la estadía. 

Apliqué plan b y compré pasajes a Futaleufú, pueblo del que me habían hablado maravillas, pero que no tenía nada que ver con el recorrido planificado para este año.

Volví al camping a desarmar la carpa toda mojada, cual ducha con ropa. Guardé la carpa embarrada u.u y descubrí que no llevé pantalones de cambio. Quería mi casa y mi cama.

Llegué a Futa a las 4:30 de la tarde. Era un pueblo hermoso en un lugar hermoso, rodeado de gigantescas montañas en HD. 




Busqué un lugar para alojar y salí a comer, pero como en todo pueblito, cierran eternamente para la siesta. Terminé comiendo un italiano y una bebida en lata... una pena.

Fui a ver el Puente Espolón y la Laguna Espejo, atractivos de la periferia del pueblito de fácil acceso. La costanera es muy simple y bella.


Tomé chocolate caliente con un kuchen de berries en el Café Mándala frente a la Plaza de Armas...y por el día no había más que hacer en Futa.

Ventisquero Yelcho

Salimos a las 9:30 a hacer el tour. Tuvimos una vista muy linda desde Puerto Cárdenas del lago, puente y ventisquero Yelcho, que no tuve en 2014.

Pasamos a ver el sector de El Amarillo, y Andrés nos contó que todas las casas del sector habían sido hermoseadas por Tompkins Conservation, dueños del Parque Pumalín, donde precisamente andábamos. Y no sólo eso, sino que en muchos casos las habían arreglado estructuralmente.

Llegamos al sendero hacia el ventisquero Yelcho, del cuál leí cosas como que era bastante complicado y peligroso. Pero nadaaa. Era un sendero -hermoso- más. Nos demoramos 2,5 horas en ir y volver, y aunque el afluente que corría a los pies del ventisquero no era considerable, sí fue suficiente para no poder acercarnos todo lo que nos hubiera gustado.


Al terminar el sendero, descansamos un poco y partimos a las Termas El Amarillo. Almorzamos en los quinchos y estuvimos aproximadamente 2 horas en la piscina antes de devolvernos a Chaitén.

El resto fue dormir.