Desperté temprano y me comí parte de la torta del Café Danés, el resto lo boté. Gané el primer puesto de la ducha y me fui a Frutillar. Me bajé justo antes del Teatro del Lago y seguí caminando por la costanera en busca del camping. Viéndome perdida, volví hasta donde había visto un letrero que decía camping a 700 metros, y caminé por la calle perpendicular. Encontré la virgen de referencia, así que entendí que el letrero estaba mal puesto y que los 700 metros eran hacia arriba y no por la costanera. Luego empezó una subida infernal con la mochila puesta. Llegué arriba como subiendo el Chaitén, y luego del potrero de vaquitas estaba el camping. Armé la carpa, almorcé y bajé al lago.

Me senté en una roca a mojarme los pies junto a las gaviotas y unos caracoles nadadores, y fui muy feliz.

Le eché una mirada al Teatro del Lago y pregunté si es que había algún espectáculo en el día para poder conocerlo por dentro. No había hasta el domingo, pero harían una visita guiada media hora después. Compré la visita y aproveché de ir por un barquillo donde todos van por barquillos: un lugar mini al lado de la iglesia Luterana (muy linda) que está casi al frente del teatro. La cantidad de helado es impresionante. Estuve a punto de decirle que no le echara más.
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Teatro del Lago |
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Teatro del Lago |
Me tomé el helado rápido y volví al teatro. Era la única en la visita, pero cuando recién habíamos comenzado se sumó una señora bonaerense. Tuvimos la suerte de encontrarnos con un grupo de músicos alemanes ensayando en el anfiteatro. Fue muy lindo escuchar y ver cómo tocaban.
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Ensayo en Anfiteatro de Teatro del Lago |
Recorrimos hartos sectores, hasta un camarín, y al final conocimos la sala principal. Nos contaba la encargada del tour que uno puede comprar butacas del teatro. Algo así como lo que pasa en el Municipal de Santiago, pero no anual, sino que por toda la vida, por lo que cada una tiene una ranura para poner la placa con el nombre de la persona. Yo no vi ninguna, pero hay compradas alrededor de 80 butacas.
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Escenario central |
Después de salir de ahí muy feliz, recorrí la costanera, que está llena de casas bellas y cafés donde comer kuchen. Creo sinceramente que deberíamos quemar Frutillar alto y hacer del pueblo algo más pequeño y recorrible.
Circuito Lago Llanquihue, Frutillar: tickeado
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